Los harapos del rey IV: Una extraña misiva

Esta es la cuarta entrega de las crónicas sobre la campaña para la Llamada de Cthulhu 7ª Edición Los harapos del Rey. Tras una breve sesión introductoria donde los personajes pudieron saborear alguno de los elementos principales de la campaña, nos lanzamos de lleno a ella con la llegada de un extraño paquete.

La misiva

Suena por segunda vez The King in Yellow, de Martin Kuzniar, tema con el que arranca cada una de las sesiones de la campaña, y con el periódico del día. La noticia más destacada es la suspensión de la obra a la que asistieron la noche pasada por los altercados de los que fueron protagonistas. Los personajes dedicaron el día a labores cotidianas, alternadas con una investigación acerca de la persona de Talbot Estus y una conversación con Lady Pembroke, la filántropa que les proporcionó las entradas, acerca de los sucesos de la noche anterior. Finalmente, los jugadores se reúnen a las 6 esperando la llegada de Talbot Estus. En su lugar, reciben un paquete entregado por un mocoso de la calle – que confiaba en que les cayera en gracia y convertirlo en PNJ recurrente del grupo, un atento recadero/pequeño espía, pero no conseguí interesarles lo bastante en él. En el paquete se incluía la copia personal de El Rey de Amarillo del dramaturgo y dos cartas. Una del propio Estus, disculpándose por faltar a la cita y entregando en forma de préstamo su copia de El Rey de Amarillo a modo de disculpa y otra de Highsmith, quien ha pedido a Estus que les haga llegar su petición de colaboración.

Un resumen de la sesión que envíe a los jugadores en el que uso un narrador genérico, al pequeño Charlie «Botones» y al propio Dr. Charles Highsmith.

Octubre 18, 1928
Londres

Tras la agitada velada de la pasada noche – y los vívidos sueños de algunos – los cinco miembros fundadores del club afrontan el nuevo día cansados pero inspirados de alguna manera. El Sargento Smith, asaltado durante la noche por el recuerdo de un horrible crimen sucecido años atrás, pasa el día tratando de examinar el caso desde una nueva luz sin éxito. Mercer cumple sus obligaciones al volante con rigor, perturbando de vez en cuando a sus pasajeros al tararear una inquietante melodía que no consigue sacarse de la cabeza. Johnson cumple con unos cuantos encargos y ajusta las cuentas a un par de listillos que se lo merecían. Ferdinand aprovecha los tiempos muertos de su relajada vida de profesor universitario para consultar en la biblioteca del campus acerca de Talbot Estus, autor y director de la perturbadora obra a la que asistieron anoche. Por último, Barrington intercambia sus impresiones de la obra con Lady Pembroke y trata de evaluar la reacción de su mayor rival, Bondon, al mencionar el nombre «El Rey de Amarillo», tomo que espera conseguir esta noche. Como cada jueves desde hace años, el Club Wandsworth se reúne a las 6, aunque esta noche aguardan expectantes la llegada de un invitado especial.

Y menuda cara de panolis se les quedó cuando al que vieron entrar por la puerta fue al hijo de mi madre quien quiera que sea, jaja, te aseguro que pagarías un buen dinero por poder haberla visto. El cojo ese no debe estar acostumbrado a tener tipos de la calle como yo por allí, parecía que se le iban a salir los ojos de las órbitas. El caso es que cogió el paquete, y quería largarme sin darme un chavo, pero nadie se la juega a Charly «Botones», no señor, allí estuve peleándome hasta que me dio lo mío. Con eso y con lo que me dio Mr. Esbot no fue mal negocio aquel, vaya que no. Además, fue bien divertido espiarles por el ventanuco de la trastienda mientras leían las dos cartas del paquete y sobre todo, cuando comenzaron a leer aquel libro, poniendo voces como si fuera el padre Brown contando uno de sus cuentos. Este barrio parece interesante, puede que me quede por aquí un tiempo.

La lectura de «El Rey de Amarillo» tiene reacciones dispares por parte de los miembros del club, de un lado el escepticismo de Smith, Ferdinad y Johnson; por otro, la fascinación de Barrington y Mercer. De cualquier modo, todos acceden a ir a visitar al señor Highsmith cuya carta acompañaba la petición y el depósito temporal de Talbot Estus. Mediante la vigilancia de Johnson pudieron determinar que este aún se encontraba en la ciudad, a la búsqueda de un teatro en el que volver a representar su obra. El jueves siguiente, mientras Ferdinand rezaba por el alma de sus allegados en St. Paul, los restantes miembros del club se sumergían en el estudio preliminar del impío Cultos Inconfesables, que obraba en posesión de Barrington. De nuevo, Mercer abrazó aquellas revelaciones blasfemas con verdadero ardor, quedando sumergido en un ataque de locura ante el horror de lo aprendido, mientras Johnson y Smith comentaban maravillados la imaginación tan prolífica del autor a pesar de lo pobre de su prosa.

Mr. Barrington y sus acompañantes – incluido ese desagradecido franchute – acudieron puntuales a la cita del día 28. Tras unas dudas iniciales, Mr. Smith y el francés recordaron finalmente el caso relacionado con mi paciente y todos accedieron a evaluar el caso de W. y su entorno y aportar un informe – espero que favorable – sobre el caso. Según he podido saber, el francés se puso en contacto inmediatamente con Dr. Trollope para tratar del asunto y creo que han mantenido correspondencia desde entonces, espero que hayan podido sacar algo más en claro que yo. El sábado 4 de Noviembre, casi una semana después de nuestra primera entrevista, los recibí en la estación de Hereford con un coche dispuesto a llevarlos a Weobley para que buscaran alojamiento. Afortunadamente, en el Red Lion encontramos las dos de habitaciones disponibles y procedimos a cenar antes de dirigirnos a St. Agnes.

La copia de El Rey de Amarillo que reciben los jugadores es un facsimile preparado por mi en el que utilizo dos de los guiones publicados por La Factoría en El Ciclo de Hastur, el de James Blish y el de Lin Carter. Era la primera vez que maquetaba algo y el resultado fue irregular, pero al menos conseguí que los jugadores pudieran hojear y manosear el tomo profano, que es de lo que se trataba . Tras una lectura de la obra que hicieron a varias voces – dentro de partida – los jugadores comenzaron a sentir en sus carnes la influencia de Hastur. Cuando discutían acerca de lo que acababan de leer y su efecto sobre la gente, para convencer a los más escépticos del grupo, Barrington saca la copia del Cultos Inconfesables que obtuvo durante la creación del personaje, en un momento que me pareció muy dramático, una auténtica revelación para los demás personajes.

Para la entrevista con Highsmith, había explicado a Smith y Ferdinad antes de la sesión que ambos habían participado en la investigación del crimen de los Roby, confiando en que esto les sirviera de motivación extra para involucrarse en el caso y dar un motivo a Highsmith para contactar con los jugadores. El doctor, al reconocer al policía y al médico forense en el teatro, pensó que sería buena idea aproximarse a su grupo para pedir ayuda y así lo hizo. Tras su entrevista con él, en la que Ferdinand se mostró lo más desagradable que pudo – como buen francés – finalmente accedieron a revisar el caso de Alexander y elaborar un informe. Ferdinad se entrevistó así mismo con Trollope y una semana después partieron a Weobley a hablar con Alexander Roby.

Para terminar, una pequeña crítica al sistema de la llamada. El funcionamiento de locura me gusta cada vez menos. Lo encuentro complicado en exceso y no me termino de sentir cómodo con él. Es verdad que es muy completo y sobre el papel parece robusto y diseñado con buen sentido, pero en partida se traduce en la obligación de estar atento en cada tirada de cordura a un montón de factores: tirada de cordura, tirada de inteligencia, perdidas de cordura, efectos temporales, efectos a medio/largo plazo… todo ello multiplicado por el número de jugadores en mesa y a lo que has de añadir tu preocupación de narrar lo que está sucediendo de la forma más dramática posible. A cambio, me encanta el nuevo sistema que tienen los personajes de acostumbrarse al horror e inmunizarse a él; así como la posibilidad de mantenerte incrédulo ante la lectura de tomos de los mitos, previniendo la pérdida de cordura, pero arriesgando mucho como veremos en futuras sesiones.

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