Tercera Sesión

Querido hermano,

Te escribo estas líneas desde un hotelucho en la soleada California. No te dejes engañar por el elegante membrete, son tan cutres que usan el papel de cartas de la competencia. Me pregunto que más elementos del hotel habrán sido tomado prestados de otros hoteles de la ciudad.
Siento haber tardado tanto tiempo en escribir pero he estado ocupada con un trabajo. ¿Recuerdas aquella maldita estirada de Arkham de la que te hablé? ¿La que casi me mete en un lío hace un par de años? Bueno, la muy fresca se puso en contacto conmigo hará cosa de una semana para cobrarse el favor, hay que tener poca clase. Te digo que todos estos ricachones son iguales: mucha ropa cara, mucha universidad, pero ni una pizca de educación. En fin, el caso es que la tipa me ha contratado junto a una recua de individuos de lo más pintoresco (ya te contaré con más detalle cuando nos veamos, pero te adelanto que un auténtico navajo viaja con nosotros), para desenterrar los trapos sucios de su papaíto. Ahora mismo nos hallamos en Los Ángeles donde llegamos a bordo del avión privado de la Winston-Rogers – eso hay que reconocérselo, no es una jefa tacaña – en busca de una extraña banda de traficantes a la que su padre estuvo persiguiendo por hobby hace más de diez años.
He de confesar que la investigación se está poniendo interesante, a pesar de que al principio me pareció una auténtica pérdida de tiempo, estoy comenzando a divertirme. Nos hemos entrevistado con algunos testigos que estuvieron involucrados en las andanzas del viejo Winston, ambos locos como cabras, pero cuyas alucinaciones parecían estar de algún modo en sintonía. También hemos tenido ocasión de examinar algunos informes policiales de la época, parece que don Walter estaba metido en algo más gordo que andar detrás de unos traficantes de poca monta como sospechamos al principio. Parece ser que el grupo al que perseguía era en realidad un club selecto de pervertidos con pasta aficionados a las drogas, el sexo en grupo, la mutilación de animales y demás lindezas por el estilo, todo con muy buen gusto. Según cree el Departamento de Policía de Los Ángeles, una de las reuniones del club se les fue de madre y el asunto acabó con una buena colección de cadáveres. La mitad de ellos eran antiguos compinches del señor Winston, según hemos podido comprobar a través de las notas de uno de los majaretas que entrevistamos, pero al parecer Don Millonetis consiguió escapar con vida y desentenderse del asunto junto a su mujercita.
Hemos conseguido algunas fotos de estas fiestecillas y los libros de contabilidad de los negocietes del club, verás que en el sobre incluyo una copia de las fotos por si algo nos ocurriera. Si no tienes noticias mías en un par de semanas, encárgate de todo, pero ten mucho cuidado. Sospechamos que puede haber gente importante en ellas, aunque de momento sólo hemos podido identificar a un par de tipejos de la «secta» esta y a Richard Spend (¿te acuerdas?, mamá adoraba sus películas). Es posible que aún sigan en activo, estamos tratando de localizar a algunos de los antiguos miembros del club que al parecer no murieron en la fiesta que te comentaba antes, tal vez ellos puedan darnos la información que nos falta y ayudarnos a acabar de una vez con el favorcito de marras.

Cuídate, espero poder ir a visitarte pronto.

Con cariño, te quiere
Anne

 

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