DE ARKHAM A SAVANNAH
Gracias a todos por venir. Cómo sabrán aquellos que lo conocieron en vida, los últimos años de mi padre fueron terribles para él y para todos los que le rodeábamos. Janet Winston-Rogers recibe así a los personajes en un pequeño hangar privado a las afueras de Arkham, al que han sido conducidos por Frank Kearns – hombre de confianza de Walter Winston y ahora de su hija. En un pequeño rincón del hangar, entre libros y viejos mapas de Walter, los 6 investigadores reclutados por la señora Winston-Rogers atienden a sus palabras. Hace diez años algo terrible sucedió a mi padre. Necesito saber que es y tratar de entender que lo alejó de mi madre y de mi, convirtiendo al hombre cariñoso y atento de mi infancia en un completo extraño, ajeno a todo menos a si mismo y sus recuerdos. Lo único que tengo es este fajo de cartas de un antiguo amigo suyo. Estoy dispuesta a pagar lo que sea, ¡lo que sea! con tal de cerrar este asunto de una vez por todas. Cualquier error que mi padre cometiera, cualquier injusticia o felonía, quiero que lo descubran y, en la medida de lo posible, traten de cerrar cualquier asunto que pudiera haber dejado abierto. Sólo así podrá descansar por fin… y yo con él. Trece cartas con dos direcciones distintas en Savannah, Georgia, son examinadas concienzudamente por los investigadores. ¿En qué extraños asuntos estaría involucrado el señor Winston? Las cartas parecen los desvaríos de un pobre hombre enfermo al que parece que Walters estuvo ignorando durante algún tiempo. No hay forma de deducir mucho más, habrá que viajar a Savannah. La señora Winston-Rogers no bromeaba al decir que estaba dispuesta a invertir lo necesario en esta empresa y pone a disposición del grupo su avión particular y a Frank, su leal piloto.
La entrevista con Douglas Henslow, compañero de Winston Walters interno en un manicomio de Savannah (del que se enviaron la mayor parte de las cartas), resulta escalofriante. Al parecer, Winston y unos pocos hombres escogidos por él mismo entres los que se encontraba Douglas, andaban tras los pasos de unos traficantes de drogas (o secta diabolista según la versión de Henslow). Esta persecución acabó en un violento enfrentamiento entre ambos grupos, que acabó con la vida de la mayoría y con la cordura del resto. ¿Qué encontraron en esa granja abandonada de Los Ángeles? ¿Qué acabó con la cordura de Henslow (y puede que con la de Winston)? Es poco más lo que pueden sonsacar al pobre diablo, salvo una autorización para registrar sus pertenencias y encontrar sus notas sobre la investigación de 1924.
El viaje a la plantación de la familia Henslow se antoja un viaje monótono por carreteras secundarias y así debiera haber sido. Sin embargo Tucker, quién no se deja distraer por los infinitos pantanos a un lado y a otro de la carretera, observa preocupado como un coche con 6 tipos con cara de pocos amigos parece seguirles. Tras darles esquinazo en un camino y aprestar las armas por si hay problemas, el grupo prosigue el camino sólo para encontrarse a los 6 matones y otros cuatro más esperándoles un poco más adelante. Se palpa la tensión, los matones se acercan mascullando en un idioma desconocido, Woodrow pisa a fondo y consigue dar la vuelta mientras ambos grupos intercambian disparos. El polvo del camino apenas deja ver si alguien les persigue, pero parece que las cuatro bajas sufridas han conseguido que los extraños matones pierdan las ganas de gresca. Una vez recompuestos del susto inicial y limpiados los cristales rotos del coche, deciden cambiar de nuevo el rumbo y seguir su camino. Por supuesto, mirando atentatamente a ambos lados de la carretera en busca de posibles trampas o emboscadas. Algo llama su atención, pero no es lo que esperaban. Al parecer, uno de los cadáveres de los matones ha sido dejado atrás a modo de advertencia, con una nota clavada en el pecho con un alfiler: «Dejad el caso.» Por supuesto, esto no iba a arredrar a un grupo bien preparado como son los hombres escogidos por Janet Winston-Rogers, así que deciden seguir adelante tras tirar el cuerpo a la cuneta. Al llegar a la plantación, tras una breve entrevista con la viuda Henslow, el guardés de la finca los conduce a las dependencias del señorito. El estudio de Douglas está en un estado ruinoso, igual que el resto de la casa, pero numerosos elementos despiertan la atención de los investigadores. Un libro sobre ritos funerarios, una foto de la finca, un cordel con manchas de tinta… Sin embargo, ni rastro de las notas que Henslow les prometió.
Me gusta, me encanta, Muy amena y el final te deja con ganas de mas